LA ORDENANZA DEL LAVATORIO DE PIES
(PARTE 1)
No muchas organizaciones aún observan el Lavatorio de Pies seguido de sus servicios de la Santa Cena, no obstante, La Iglesia de Dios continúa observando ambas ordenanzas juntas. El lavar los pies a los santos puede ser que no tenga lugar en el mundo religioso hoy en día, pero el obedecer las enseñanzas de la Palabra de Dios nunca debe salir de práctica. Recientemente un miembro dijo: “Uno de los servicios más hermosos en el que yo jamás he estado era en un servicio en el cual estaban llevando a cabo la Cena del Señor y el Lavatorio de Pies. Lágrimas brotaban de mis ojos ya que parecía como si Jesús estuviera allí con nosotros, y en realidad Él estaba allí”.
“…se levantó de la cena, y se quitó su túnica, y tomando una toalla, se ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido”. (Juan 13:4, 5)
I. La Costumbre En El Antiguo Testamento
El lavatorio de pies se practicaba durante la época del Antiguo Testamento como una costumbre. Hay varios versículos de la Escritura donde esto se menciona: “Que se traiga un poco de agua para que lavéis vuestros pies y os recostéis debajo del árbol” (Gn. 18:4). “Y dijo: Ahora, pues, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies: y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la plaza nos quedaremos esta noche” (Gn. 19:2). “Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían” (Gn. 24:32). “Y aquel varón trajo a los hombres a casa de José: y les dio agua, y lavaron sus pies: y dio de comer a sus asnos” (Gn. 43:24). “Y metiéndolos en su casa, dio de comer a sus asnos; y ellos se lavaron los pies, y comieron y bebieron” (Jueces 19:21). “Después dijo David a Urías: Desciende a tu casa, y lava tus pies. Y saliendo Urías de casa del rey, vino tras de él comida real” (2 S. 11:8). Todos estos pasajes de la Escritura muestran a cada individuo lavándose sus propios pies. En cuanto a la práctica de la costumbre en el Antiguo Testamento, cada persona se lavaba sus propios pies. El propósito era uno de consuelo y limpieza. (Sólo una excepción se menciona en el caso de Abigail, que se ofreció a lavar los pies de los siervos de David como una señal de sumisión a él). Además había la ceremonia del lavatorio de pies, que era un requisito para los sacerdotes lavarse sus propios pies en la puerta del tabernáculo antes de ellos entrar para hacer el servicio al Señor.
II. La Ordenanza del Nuevo Testamento
(Léase a Juan 13:4-17.) Hay varias lecciones enseñadas en el acto del lavatorio de pies. Todas estas se ven demostradas por la manera en la cual Jesús lavó los pies de los apóstoles. Estas incluyen la obediencia, la humildad, el amor, la igualdad, la sumisión, y el servicio.
A. LA OBEDIENCIA
“Si no te lavare...” Compare esto con lo que Samuel le dijo a Saúl. “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios...” La obediencia es la razón número uno para observar el acto del lavatorio de pies. Jesús lo ordenó. ¿Qué mejor razón que esa se necesita?
B. LA HUMILDAD
El lavar los pies de una persona requiere humildad. Es una experiencia muy humillante inclinarse ante una persona y lavar los pies de él o ella. Sin embargo, a veces es aún más difícil permitir que una persona se lave sus propios pies, porque muchas personas se sienten acomplejadas por sus pies. Jesús sabía que había necesidad de una lección en cuanto a la humildad, y aún es necesaria hoy en día, así que Él usó el lavatorio de pies como un ejemplo para dar esta advertencia. Aunque este mandato puede ser difícil para algunos obedecer, si no hubiera sido que era necesario, Él no lo habría requerido. No hay un acto más grande que ese del lavatorio de pies para traer al pueblo de Dios a una posición de humildad.
C. EL AMOR
Jesús lavó los pies de todos los apóstoles, incluyendo a Judas que luego traicionaría a Él. Así como el amor era un factor motivador en cuanto a Jesús lavar los pies de aquéllos con quien Él había compartido tanto, el amor debe ser el factor motivador para aquellos que practican esta ordenanza hoy en día. Debemos en realidad cuidar de aquéllos cuyos pies somos privilegiados de lavar. Cuando Jesús se inclinó para lavar los pies de aquel que luego traicionaría a Él, no cabe duda de que, Él se acordó de las palabras que Él había hablado en el Sermón del Monte. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mt. 5:44).
D. LA IGUALDAD
En Lucas 22:24-30, inmediatamente seguido de la Cena del Señor, hubo entre los apóstoles una disputa acerca de quién de ellos sería el mayor. Jesús indicó que esto sería algo natural de esperar del mundo, y Él dijo: “Pero entre vosotros no será así” (v. 26). Gálatas 3:28 dice, “Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las palabras de Jesús y el mensaje que Pablo estaba dando no han cambiado. Hay igualdad de la verdad hallada al pie de la cruz. La próxima vez que nos arrodillemos a lavar los pies de nuestro hermano o hermana acordémonos de esto.
E. LA SUMISIÓN
Sumisión es el sometimiento de nosotros mismos a la autoridad de otra persona, a Cristo y a otros. (Véase a Juan 13:12-17). El lavar los pies de los santos, más que cualquier otra práctica de la Iglesia, nos ayuda a someternos los unos a los otros, a aquéllos sobre nosotros en el Señor, y a Dios. Fallar o negarnos someternos los unos a los otros tendrá como resultado que fallemos en someternos a Dios. Para efectivamente lavar los pies de una persona, debemos arrodillarnos o inclinarnos al frente de ellos. (Como el tiempo lo permita, discuta las áreas en que somos llamados a someternos.)
F. EL SERVICIO
El vocablo servicio significa servir a otra persona. Jesús voluntariamente se humilló a sí mismo, tomando forma de siervo, cuando Él se arrodilló al frente de estos hombres para servirles mediante el acto de lavar sus pies. Si Jesús tenía un corazón de siervo, la misma Iglesia que Él dejó en la tierra para cumplir Sus instrucciones, también debe tener ese mismo tipo de corazón. Esto es representado mediante el acto de lavar los pies y en llevar las otras cosas que hacemos tales como recaudar dinero para misiones, servirse los unos a los otros, dar una mano, demostrándose compasión y amor los unos a los otros, usando nuestro tiempo y los recursos para la causa de Cristo y la Iglesia. ¿En qué otras maneras somos llamados a darnos para el servicio?
CONCLUSIÓN
En la costumbre establecida del lavatorio de pies, cada uno se lavaba sus propios pies, pero bajo la ordenanza como fue instituida por Jesucristo, somos ordenados a lavarnos los pies los unos a los otros. En la costumbre el propósito era el aseo y la comodidad, pero bajo la ordenanza la intención es la humildad y la obediencia. La próxima semana, la parte dos de esta lección explorará varios otros aspectos de la ordenanza del lavatorio de pies.