La Iglesia es una diadema real en la mano de Dios y, cuando un hombre tiene una idea de cualquier tipo con respecto a la institución divina de Dios, ese hombre debe tener cuidado. Recuerde esta no es una institución hecha por el hombre, esta es la Iglesia del Dios vivo. ¡Es la niña de Sus ojos! Uzza debió pensar que era una “buena idea” extender la mano y agarrar el arca de Dios cuando los bueyes la sacudieron, solo para descubrir que al hacerlo encendió la ira del Señor contra sí mismo. No es de extrañar que los verdaderos hombres de Dios siempre hayan caminado cuidadosamente ante el Señor, y lo hayan buscado postrados en oración ferviente en busca de orientación y dirección antes de hablar de asuntos importantes o considerar cualquier acción relacionada con La Iglesia de Dios.

En 1933, A. J. Tomlinson, quien en lo que respecta a la historia Pentecostal, se encuentra entre las principales figuras del primer movimiento Pentecostal, y quien fue la persona elegida por Dios para dirigir Su Iglesia cuando surgió de la Edad Oscura, afirma que durante más de diez años había pensado en sugerir una bandera especialmente diseñada para la Iglesia de Dios. Esta idea acerca de una bandera continuó creciendo en su mente, e hizo poca mención a muchos, si a alguno en absoluto. Al tocar su vida de oración, el Obispo A. J. Tomlinson era ampliamente conocido como alguien que prevalecía en oración. Entonces no es exagerado imaginar que él lo mencionara al Señor en oración durante esos años hasta que recibió la respuesta de Dios.

Siendo una figura importante como él era, alguien que se entregó a Dios, avanzó lentamente, con cautela y solo después de muchos años de contemplar la idea de sugerir una bandera para la Iglesia de Dios, él presentó su diseñó a la Asamblea para su consideración. “Los pasos de los hombres,” la Biblia nos dice, “Por Jehová son ordenados” (Salmos 37:23). Este hombre ciertamente era un buen hombre; Pronto en escuchar y lento para hablar con respecto a una bandera durante esa década, mientras él esperaba discernir el Espíritu debido a su deseo de demostrar lo que era esa buena y aceptable y perfecta voluntad de Dios.

Treinta años después de que la Iglesia surgiera de la Edad Oscura y diez años de la separación de 1923, bajo el liderazgo competente del Obispo A. J. Tomlinson, la Iglesia demostró una gran resolución para continuar abrazando los principios del gobierno teocrático y vivir según todas las enseñanzas de Cristo. El pequeño remanente de 1923 se aferró tenazmente a la verdad y permaneció firme sobre la Palabra de Dios. Los ojos de Dios se mantuvieron sobre este remanente fiel y firme, y sus esfuerzos por defender la verdad no pasaron desapercibidos, ni pasaron sin las grandes bendiciones de Dios. Lo que antes parecía tan débil y frágil había crecido un 250% en membresía, pasando de unos seis mil a veintiún mil durante esos años. La gracia de Dios los había fortalecido y sostenido a través de los ataques y las pruebas dolorosas enfrentadas durante ese tiempo.

Miles de años antes de ese tiempo, la voz de la profecía ya había declarado que Él “… alzará pendón a gentes de lejos, y silbará al que está en el cabo de la tierra; y he aquí que vendrá pronto y velozmente” (Is. 5:26). Declaró, “Así dijo el Señor Jehová: He aquí, yo alzaré mi mano a las gentes, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros” (Is.49:22), y “Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad” (Sal. 60:4). Por providencia divina, en 1933 la Iglesia cumpliría la profecía, y Dios le daría un emblema/bandera/estandarte que apuntaría a Jesucristo y ayudaría a distinguir e identificar Su Iglesia en el mundo.

En su mensaje en la 28va Asamblea Anual, después de haber compartido varios pasajes de las Escrituras, el Obispo A. J. Tomlinson dijo, “Todos estos versículos juntos cuentan la historia de la bandera y también cómo el movimiento de los últimos días atraerá a la gente de todas las naciones. El rojo de la bandera representa la sangre de nuestro Salvador, el azul representa la Verdad, y el blanco la pureza. El morado, el cetro, la estrella y la corona representan la realeza o majestad…No podríamos incluir ninguna letra o escrito, porque la bandera representará a la Iglesia de Dios en todas las naciones y lenguajes…Presento esta bandera y su diseño para su consideración por parte de la Asamblea…Si se puede encontrar un diseño mejor y más apropiado, será satisfactorio para mí. Pero realmente creo que ha llegado el momento de que la Iglesia tenga una bandera con un diseño propio, y que ninguna otra institución o gobierno pueda duplicar. ¡Hurra por la bandera! ¡Tres aclamaciones por el rojo, blanco, azul y morado!”

L. A. Moxley fue el secretario de la Asamblea de 1933 encargado de escribir un informe sobre la dedicación de la bandera de la Iglesia. Aquí está su informe:

“Desde que nuestro Supervisor General me pidió que escribiera una historia de este servicio de dedicación, me he estado preguntando cómo encontraría palabras para expresar su grandeza: Y ha habido una especie de sentimiento sagrado en cada pensamiento al intentar empezar: sin embargo, después de mucha oración he decidido comenzar y confiar en Dios para la inspiración. Primero, quiero mencionar algunas cosas que conducen a la dedicación mencionada anteriormente. El Supervisor General habló el tema de una bandera para que La Iglesia de Dios la exhibiera en todas las naciones del mundo en cierto momento en su Mensaje Anual, y al mismo tiempo mostró el diseño, dando las escrituras para explicar el Cetro, la Estrella, y la Corona y los colores Rojo, Blanco, Azul y Morado.

“Fue el sábado 16 de septiembre que el Comité de Asuntos y Preguntas presentó el tema en su informe ante la Asamblea en una sesión regular, después de lo cual se le pidió al Supervisor General que diera las escrituras relacionadas con el tema, a lo cual él las presentó en seguida y con gusto y se leyeron los siguientes pasajes: Gn.49:10; Nm. 24:17; Sal. 45:6; Mt. 2:2,9,10; Is. 62:10; 1 P.1:19; Ap. 22:16; Is. 49:2; y He. 2:9.

“Inmediatamente después de esto, el Espíritu Santo cayó sobre S. R. Ferguson y él llegó a la plataforma hablando en lenguas, tomó al Supervisor General y lo condujo de ida y vuelta a través de la plataforma dos o tres veces, con la bandera en su mano, levantando ambas manos. Luego C. H. Randall y V. R. Sherrill fueron conducidos a él bajo el poder del Espíritu. Luego vino un mensaje y la interpretación, algunas palabras del mensaje fueron: “¡Oíd, pueblo mío! Oíd, le enseñaré a este hombre cómo dirigir. Ven al lugar de la obediencia. No te rebeles.” En este momento, todos se pusieron de pie, levantaron sus manos y clamaron a Dios.

“La siguiente escena de este gran servicio de dedicación fue: El Supervisor General con la bandera en la mano estaba parado detrás del pulpito, con las manos levantadas, mientras la congregación de aproximadamente dos mil, ondeaban sus pañuelos para la gloria de Dios, y ¡Oh! Qué escena la gente saltó, gritó y clamó alabanzas a Dios.

“Otro mensaje de Dios apareció, algunas palabras fueron: “Les estoy invitando a estar en una mente. Unidos permanecemos. Divididos caemos. Les estoy llamando a la unidad. Estoy llamando ahora como nunca antes. Hijos, escuchen. ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! El mundo sabrá que estoy con vosotros. He estado guiando a este hombre y estaré con él, mientras él se apoye en Mí. ¿Me esperarás e irás con sabiduría? Les ruego que sigan Mi Palabra. De nuevo les pediré que se humillen.” Todos se arrodillaron y oraron en concierto. El volumen de la oración sonaba como la caída de muchas aguas. A medida que el sonido de esta oración se apagó a petición del Supervisor General, todos se pusieron en oración, y le pidieron a Dios que saturara cada bandera hecha con el poder de Dios, después de lo cual él dijo: “Tenía la intensión de tener una dedicación formal de la bandera, pero como el Señor ha tomado el control de este servicio tan maravillosamente, lo consideraremos dedicada por el Espíritu Santo.”

“Cerró así el servicio de dedicación más maravilloso que he tenido el placer de presenciar. Seguramente los ángeles del cielo se regocijaron, y muchos lo recordarán en los años venideros.”

¡Qué poderosa manifestación del Espíritu de Dios que hizo saber a todos los presentes que esto era la obra de Dios! Se leyeron las Escrituras, las lenguas e interpretación “cayeron por la voz de Dios,” ¡Se sintió Su presencia! ¡Todas las cosas dan evidencia de que Dios estaba en ello! ¡Sin lugar a duda, este fue un glorioso momento! Después de diez años, y después de haber orado, el Obispo Tomlinson debe haber sentido una gran expectación. Él había sido inspirado por Dios, y Dios no dejó de dirigir la Iglesia. Esta inspiración no vino del hombre; A. J. Tomlinson no lo tomó prestado de otra religión; no fue copiado de algún otro movimiento. ¡Esta fresca inspiración divina descendió del cielo, del Espíritu Santo y de la Palabra de Dios! Con la aprobación de Dios sobre la bandera, esto fortaleció su coraje para proclamar con valentía el mensaje de una Iglesia para todos, y sirvió para avanzar en el trabajo.

“Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad. (Selah)” (Sal. 60:4). Quién puede dudar de que era, y es, bíblicamente bueno que la Iglesia tuviera un estandarte o bandera. El estandarte dado en 1933 era un medio de fortaleza para la Iglesia, era distintivo y ondeaba en muchas partes del mundo. Durante más de sesenta años, en todas partes fue levantada y se encontró como un indicador de una nación santa designada bíblicamente como “columna y apoyo de la verdad.” Representaba una nación decidida a proclamar y defender la Palabra de Dios sin compromiso, sin disculpas, “sin diluir”, sin deformaciones en interés de relevancia inmediata, sin alteraciones para adaptarse al espíritu de la época, sin engaños para “superar” a alguien–simplemente la Verdad en amor.

Algo que vale la pena señalar es la veracidad que la Iglesia sostuvo del gobierno como uno bajo la dirección inmediata de Dios. Confirmó la Biblia como su regla de fe. Se consideraba solo un cuerpo judicial. Siempre se paró firme en un acuerdo unánime en la toma de decisiones del cuerpo, y todas sus 29 Enseñanzas Prominentes se decidieron antes del 1933. ¿Qué significa esto?, sino que la verdad ya se estaba sosteniendo y enseñando antes de que se introdujera la bandera. De hecho, fue por esto por lo que se dio la bandera. ¡La Iglesia de Dios era La Iglesia de Dios antes de la bandera porque la verdad ya estaba allí! La aprobación de la bandera y su exhibición fue un acto posterior al hecho. ¿Quiero decir que la bandera es de poca importancia? ¡Dios no lo quiera!

La bandera es un símbolo provisional dado por Dios, cuya necesidad fue revelada a la Iglesia cuando Dios la gravó en el Obispo A. J. Tomlinson para ayudar a distinguir e identificar Su Iglesia en el siglo XX entre las miles de organizaciones, denominaciones e individuos que habían surgido apoyando algunos de los mismos principios, prácticas y doctrinas de la Iglesia establecida por Cristo. Las Escrituras no nos dicen que Dios le dio un estandarte a la Iglesia cuando Cristo la estableció. ¿Era ella la Iglesia entonces? Sí, por supuesto. En el tiempo de Cristo, usted no tenía el laberinto del denominacionalismo que estaba presente cuando la Iglesia surgió de la oscuridad el 13 de junio de 1903, ni hoy en el siglo XXI, pero cuando se cumplió el tiempo de la profecía, Dios reveló la necesidad de una bandera de la Iglesia.

Se acerca el día en que Cristo regresará por la Iglesia que Él organizó, y esa será la única Iglesia en el cielo. ¿Estaría mal suponer que no habrá necesidad de un símbolo de identificación allí? No lo creo; La Iglesia seguirá siendo la Iglesia. Una persona puede llegar al cielo sin la bandera de la verdad, pero si la verdad no se encuentra en él o ella, no puede entrar allí. Una persona puede llegar al cielo sin la bandera de amor, pero si el amor de Dios no se encuentra en ellos, no puede entrar allí. Una persona puede envolverse en la bandera, pero si no está envuelto en la doctrina y el gobierno teocrático que representa, es de poca utilidad. ¿Qué estoy tratando de decir? Que la bandera de la Iglesia tiene un valor bíblico, pero lo que representa es lo que importa: la fidelidad a Dios y a Su Palabra. Es lo que representa—LA VERDAD—lo que es importante.

Desde 1933 hasta el año 2000, la bandera y su diseño serían izados por la Iglesia en todo el mundo como la “Bandera de la Verdad” y la “Bandera de Todas las Naciones,” pero debido a que decepción de los estándares y valores divinos que incumbían a la Iglesia de Dios, y un desprecio por los principios y práctica del acuerdo unánime que demostró una clara desviación del gobierno teocrático, la Asamblea General de La Iglesia de Dios retiraría oficialmente esta bandera ese mismo año. El registro muestra que la Iglesia se quedó sin bandera ese año posterior a la Asamblea, ¡pero Ella seguía siendo la Iglesia del Dios vivo buscando la perfecta voluntad de Dios!

Con respecto a la bandera de 1933, el pasado Supervisor General Obispo Robert J. Pruitt dijo: “Sé que todavía hay mucho sentimiento sobre la pasada bandera. Con respecto a esa bandera, la retiramos el año pasado, pero el asunto es que la Escritura dice, ‘Has dado a los que te temen bandera que alcen por la verdad.’ Tan maravillosa como fue esa bandera para nosotros, se volvió imperfecta porque ya no representaba la verdad y el temor a Dios para lo que estaba destinada” (Extractos del Supervisor General, 96ta MA, 2001, pág. 56).

¿La Iglesia renunció a lo que Dios había aprobado? ¡No! Reitero, lo que la convierte en la verdadera Iglesia es la doctrina, su compromiso con la teocracia y el cumplimiento de la profecía de su parte cuando el Espíritu da dirección. Mientras la Iglesia continúe en la doctrina de los apóstoles y opere de acuerdo con los principios teocráticos que hemos abrazado en la Palabra de Dios, ella seguirá siendo la verdadera Iglesia de Dios.

Creo que los sentimientos de los fieles de antaño, que entendieron el significado de la bandera de la Iglesia, y de los fieles de hoy, que saludan y prometen su lealtad a nuestra bandera actual, fueron y son transmitidos de manera bastante adecuada por las palabras del Obispo M. A. Tomlinson en uno de su mensaje:

“Ninguna bandera es más hermosa para nosotros hoy que esta bandera de la verdad. Sus colores agitan emociones profundas dentro de nosotros. El rojo, simboliza la sangre de Jesús, nos llena de profunda gratitud al considerar el precio pagado por nuestro Salvador. El blanco representa la pureza y la justicia que podemos exhibir debido a Su preciosa sangre. El morado denota realeza, recordándonos que somos real sacerdocio. El azul significa la verdad, y sirve como un recordatorio constante de la razón por la que nos dieron la bandera en primer lugar–para que pueda ser mostrada por la verdad. Los emblemas de la bandera también son muy significativos. El cetro denota autoridad; la estrella en el centro representa a Jesucristo que debe mantenerse en el centro, dándole preeminencia en todas nuestras actividades; y la corona puede representar no solo su reinado, sino también la recompensa por la fidelidad que todos anticipamos cuando termine esta vida terrenal. Podemos observar que las franjas azules no se juntan en la parte superior e inferior de la bandera. Se nos recuerda que todos los hijos de Dios aún no están unidos en un solo cuerpo. Las puertas de la Iglesia están abiertas para que todos los creyentes puedan entrar. Jesús dijo, “Y habrá un rebaño, y un pastor” (75ta MA, Mensaje del Supervisor General, 1980, págs. 43,44).

Siete años después de la reorganización de la Iglesia en 1993, la bandera de 1933 que sirvió fielmente durante todos esos años fue oficialmente retirada, pero no sin que algunos experimentaran corazones tristes y ojos llenos de lágrimas. Una decisión tan seria no se tomó de la noche a la mañana. Este era un asunto serio que difícilmente podía tomarse a la ligera. Fue solo después de buscar diligentemente la voluntad de Dios a través de un año de oración constante, ayuno y trabajo que Dios le dio a la Iglesia un nuevo estandarte. Aunque ese año, según el Obispo Pruitt, fue “incomodo e inquietante,” ellos no se atrevieron a adelantarse a Dios, sino que trabajaron con Él de rodillas, permitiendo que el Espíritu Santo estuviera a cargo. Fue por la dirección y la ayuda de Dios que la Iglesia llegó al lugar donde el Espíritu Santo prepararía los corazones de las personas para bajar la antigua bandera y levantar una nueva bandera. Esto no fue obra del hombre sino de Dios durante los años anteriores y Él le dio a la Iglesia la inspiración y valentía para hacer ese cambio.

En 2001, La Iglesia de Dios aprobó y aceptó un nuevo diseño presentado por el Comité de Asuntos y Preguntas para consideración. El Supervisor General en la edición de octubre de 2001 en la publicación de La luz Vespertina dijo lo siguiente:

“El Espíritu Santo ha hablado. La controversia sobre la bandera de la Iglesia ha terminado. Ahora tenemos una bandera de la Iglesia aprobada por la 96ta Asamblea General y el Espíritu Santo. Justo cuando estábamos a punto de estar abrumados por la retórica, discusión y confusión durante la deliberación y presentación del diseño de la bandera en el reporte del Comité de Asuntos y Preguntas, el Espíritu Santo habló: “Sí, digo escuchen a Mi Espíritu. Sí, ya he hablado. Escúchenme. Sí, he estado suplicando. Sí, muchos están obstinados, egocéntricos. Sí, digo he tratado con Mi Espíritu. Sí, los he fundido en uno, sí, en unidad. Sí, yo digo, que les he entregado esto. Sí, yo digo, humíllense ante mí, síganme en su rostro y adórenme, porque Yo Soy Dios. Sé lo que necesitan. Sé lo que la Iglesia necesita en esta hora. Sean humildes, sean sumisos, escudriñen su corazón, búsquenme a Mi. Sí, yo digo adórenme y hónrenme. Sí, y los bendeciré.”

A los pocos minutos del primer mensaje, otro intérprete dio este mensaje: “Sí, yo digo a Mi pueblo, escuchen Mi voz. Les hablo claramente. Yo digo, tomen esto, tomen este diseño que les he dado y presentado en esta Asamblea General para su aceptación. Yo digo toma esto; Yo, el Espíritu Santo, se los doy. Le digo a Mi pueblo, escucha. Yo digo que tomes este diseño que te he dado. Digo que me someto. Acepto este diseño.” Dios ha hablado y nosotros respondimos cediendo a Su Palabra. Todas las objeciones fueron silenciadas y la Asamblea General dio su aceptación unánime del diseño exhibido.

El domingo por la tarde hubo una celebración de agradecimiento y apreciación a Dios por ayudar a resolver el asunto de la bandera. Hubo aclamaciones, danzas, marchas, y ondearon las tarjetas impresas con el diseño aceptado.

Lo antes posible y cuando hayamos hecho arreglos con un fabricante de banderas, las pondremos a disposición de nuestra gente en varios tamaños. Sus oraciones por este esfuerzo serán muy apreciadas. ¡Dios les bendiga! ¡Dios bendiga La Iglesia de Dios! ¡Dios bendiga “la Bandera de la Verdad!”

Es una prerrogativa de Dios, Si Él así lo desea, cambiar el diseño y darle una nueva bandera a la Iglesia, pero uno no puede pasar por alto lo que la historia revela que solo después de más de sesenta años, Dios preparó el escenario para que la Iglesia necesitara un nuevo diseño de bandera, y ese escenario se estableció de acuerdo con el tiempo de la profecía y todo se llevó a cabo de acuerdo con la voluntad de Dios.

Estoy asombrado por lo que he observado alrededor de la Iglesia durante los últimos doce años. Dese cuenta, dije “alrededor de la Iglesia,” no “en” la Iglesia. Parece ser un tipo de fenómeno, llámelo una moda pasajera, si lo desea, entre algún grupo de personas. Un fenómeno tal vez producido por los hombres de supuesta alta reputación que se aventuraron a hacerlo durante esos años y dieron el ejemplo, por así decirlo, a otros–algunos de sus seguidores y algunos de sus retadores– a quienes también les ha resultado fácil concebir la misma idea y seguir sus pasos.

Sus acciones dan la impresión de que no hay temor ni consideración por la importancia y el significado del asunto. Transmiten el mensaje de que si uno simplemente no le gusta lo que han aconsejado los que están sobre ellos o si simplemente no está de acuerdo con algo decidido a favor o decidido en contra, a pesar de que ese consejo o decisión se adhiere a los principios bíblicos, una persona puede despertarse mañana, declararse a sí mismo ser esto y eso, a cargo de tal y tal, reunir a personas con ideas afines, producir algo visible tangible y gritar, “¡Somos la Iglesia de Dios!”

Aun así, aparentemente hay otro fenómeno que se apodera de los individuos, o grupos de individuos, que hace que ellos se lleven artículos o propiedad intelectual que no son suyos. Por supuesto, estoy hablando de la bandera de La Iglesia de Dios y su diseño. En mi opinión, yo comparo esta acción con alguien que roba el vestido de mi esposa y lo coloca en otra mujer, y luego intenta decirme, y a otros, que esta mujer es mi esposa simplemente porque está usando el vestido robado de mi esposa. ¡No es así! Simplemente ponerse el vestido de mi esposa, no hace de esa otra mujer mi esposa. ¡Simplemente izar un abandera de La Iglesia de Dios o su similitud, ¡no lo convierte a usted en la Esposa de Cristo!

Además de aquellos que se “han ido” con el diseño de la bandera de la Iglesia, que yo sepa, actualmente hay otros 4 diseños de banderas utilizados por diferentes grupos. Dichos diseños de banderas se ven casi como reales, pero son diferentes a la Bandera de la Verdad. Es tan fácil alterar y modificar casi todo con solo hacer “clic en un botón” utilizando las últimas impresoras y software y, dado que las computadoras son accesibles sin esfuerzo, es muy fácil “copiar y pegar” casi cualquier cosa hoy en día. Lo que no fue fácil fue cumplir la profecía a través de los años por la Divina Providencia– que era un asunto de Dios. Lo que no fue fácil fue esperar pacientemente al Señor–Él hizo que la Iglesia estuviera quieta. Lo que no fue fácil fue pasar tiempo en oración de calidad para conocer la mente de Dios–la Iglesia lo reconoció a Él en todas sus formas, y Él dirigió sus pasos. Lo que no fue fácil fue preparar las circunstancias de los tiempos en que Dios podría hacer avanzar a la Iglesia en su viaje a la perfección—eso fue obra de Dios.

A lo que me refiero hasta este momento como “fenómeno” y “moda,” es de hecho el espíritu de anarquía que ha estado trabajando para llevar a la gente lejos de la Verdad. Permítame compartir un consejo, un consejo dado a personas que manejan dinero para que sepan cómo “eliminar” la moneda falsa; no es tan importante que usted se dedique a estudiar la falsa, sino que sepa lo que es real para que no se deje engañar por “imitaciones.” Como ciudadanos de la nación santa de Dios, todos debemos reconocer la bandera de la Iglesia cuando la vemos, y cuando no.

Dios no crea confusión, Él nunca lo ha hecho y nunca lo hará. ¿Realmente Él ha pedido un cambio en el diseño al menos 4 veces en los últimos 12 años? ¿Se le ha ido realmente las cosas de las manos a Dios? ¿Ha perdido el control que, en promedio, cada tres años ha tenido que organizar Su Iglesia cada vez y darle una nueva bandera? ¿Quizás Él no tiene previsión y ya no hay seguridad en la multitud de consejeros, por lo que ha cometido tantos errores al elegir un líder tras otro? No creo que eso sea cierto en lo absoluto, ni siquiera exacto, pero las acciones y decisiones de algunos de los que han abandonado la Iglesia, que están fuera y alrededor de la Iglesia, aparentemente creen que ese es el caso.

Les escribo, hijitos, porque no quisiera que ignoren las artimañas del diablo. Les escribo, mancebos, porque ustedes no caminan en la oscuridad. Les escribo, padres, que de ahora en adelante no seremos más niños llevados y arrastrados por el engaño de los hombres y la astucia, por lo que ellos acechan para engañar. Le escribo al que tiene oído, que oiga lo que dice el Espíritu.

Por el Obispo Oscar Pimentel, Supervisor General de La Iglesia de Dios.