Por Walter Lofton, Historiador de La Iglesia de Dios
En nuestros sermones y materiales escritos, generalmente hacemos referencia a las fuentes Bíblicas por los nombres de sus autores. Por ejemplo, al citar los escritos de Pablo, diremos “Pablo dijo” (y luego citaremos sus palabras) y proporcionaremos la referencia bíblica. Lo mismo es cierto de los escritos de Pedro o los escritos de Juan u otros a quienes estamos citando. Pero esta no es la norma cuando se cita el libro de Hebreos. Aunque algunos de los predicadores o escritores atribuirán citas de Hebreos a Pablo, la mayoría de los ministros simplemente se referirán a “el escritor de Hebreos” y lo dejarán así. Algunos editores de la Biblia prologan el libro de Hebreos con un título como: La Epístola del Apóstol Pablo a los Hebreos”. Sin embargo, no todos los editores de la Biblia hacen esto. ¿Por qué vemos estas discrepancias cuando se trata del libro de Hebreos? La razón es que no sabemos con certeza quién escribió esta epístola.
Al regresar a las fuentes más antiguas sobre el tema, encontraremos que aquellos que fueron contemporáneos con la redacción de esta epístola tampoco sabían quién era el autor. Citaremos el discurso de un erudito primitivo de la Iglesia, llamado Orígenes, quien vivió en la última parte del primer siglo. Esto está registrado en La Historia Eclesiástica de Eusebio Pánfilo: “El estilo de la Epístola con el título, ‘a los Hebreos’ no tiene esa simpleza de dicción que pertenece al apóstol [una referencia a Pablo], quien confiesa que él es común en el habla es decir en su fraseología. Pero esta epístola es un griego más puro en la composición de sus frases, todo el que sea capaz de discernir la diferencia de estilo lo confesará. De nuevo, será obvio que las ideas de la epístola son admirables, y no inferiores a ninguno de los libros reconocidos como apostólicos [de Pablo]. Todo aquel que lea atentamente los escritos del apóstol, confesará la verdad de esto”.
A estos él luego agrega de nuevo: “Pero yo diría, que los pensamientos son del apóstol, pero la dicción y la fraseología pertenece a alguien que ha registrado lo que dijo el apóstol, y como quien anotó en su tiempo libre lo que le dictó su maestro. Si, pues, alguna iglesia considera que esta epístola procede de Pablo, sea alabado por ello, porque aquellos hombres antiguos tampoco la entregaron como tal sin causa. Pero quién fue el que realmente escribió la epístola, solo Dios lo sabe. El relato, sin embargo, que ha estado vigente ante nosotros es, según algunos, que Clemente, quien fue obispo de Roma, escribió la epístola; según otros, que fue escrito por Lucas, quien escribió el evangelio y Hechos. Pero que esto sea suficiente sobre estos temas”.
Al leer a Clemente, el obispo de Roma, encontramos sus escritos de la misma calidad, tono y espíritu que los del apóstol Pablo. Si bien no sabemos exactamente quién es el autor de Hebreos, es encomiable para él que uno considere la mención de su nombre junto con el de Lucas como posiblemente el escritor. No es primordial que sepamos definitivamente este detalle sobre el libro de Hebreos ya que lo tomamos junto con el resto de la Biblia como la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo. Que sea suficiente que todos nosotros lleguemos a la unidad con respecto a este tema haciendo referencia a los versículos del libro de Hebreos como si fuera “del escritor de Hebreos”.