AYUDA ESPIRITUAL

Sermones de La Iglesia de Dios

UN AÑO DE HACEDORES PRESERVADOS FIELES Y GALARDONADOS

Es difícil creer que estamos entrando a un nuevo año. El tiempo no ha interrumpido su ritmo veloz para ninguno de nosotros. Lo maravilloso de la fuga del tiempo es que estamos aun más cercas de la venida del Señor. Es nuestra oración que daremos ese vuelo para encontrarlo en al aire dentro de poco, muy poco. Con cada año que pasa, la urgencia de corregir y perfeccionar nuestras vidas crece.

"Amad a Jehová todos vosotros sus santos. A los fieles guarda Jehová, y paga abundantemente al que obra con soberbia" (Sal. 31:23). Este pasaje comienza con la admonición de amar al Señor. Eso parece tan fácil, ¿verdad? Para la persona a quien se le ha aplicado Su sangre divina, quizás este mandamiento parezca ser uno desperdiciado. ¿Por qué no amaríamos al Señor? ¿Por qué no amar a un Dios que es el mejor suministrador, sanador total y bendito Salvador?

La cruel realidad es que nosotros muy a menudo dejamos que ese amor original se funda con el capricho. Esto es lo que se interpone entre un esposo y una esposa, lo cual conduce hacia la amargura y el resentimiento. El encaprichamiento tiene algunas características que son parecidas al amor pero la realidad es que no puede estar más alejado el uno del otro en definición y característica genuina. El encaprichamiento hará que uno esté obsesionado con la idea de otro. Éste es el que impulsa la curiosidad para que uno aprenda más del otro. Éste hace que uno desee la presencia de otro, pero sólo con el fin de que no exista un compromiso de largo plazo, requisitos y contabilidad.

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tienen envidia, el amor no obra sinrazón, no se ensancha; no es injurioso, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; mas la profecías se han de acabar; y cesaran las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada" (1 Co. 13:4-8). Estos pasajes a menudo son citados cuando hablamos del amor que debemos tener los unos por los otros, y por buena razón. Sin embargo, el amor que tenemos para con el Señor debe ser así de profundo, fuerte y fiel. Esta definición bíblica del amor tiene grande contraste con el encaprichamiento. Éste es generoso, dedicado, perfecto y sufrido. ¿Acaso no debemos esforzarnos por alcanzar lo mismo en nuestra relación con el Señor?

"Si me amáis, guardad mis mandamientos .. .Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con el morada. El que no me ama, no guarda mis palabras. La Palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió" (Juan 14:15, 23, 24). Este pasaje deja claro el mandamiento de Salmo 31. Si le amamos a Él, guardaremos todo lo que El nos ha dicho. Si no guardamos estas cosas, no le amamos a Él. Esto es simple, sin embargo a menudo nos encontramos dudando los detalles más pequeños de Su Palabra en nuestras vidas.

El amor genuino nos causa querer cambiar para agradar a Él. Estar enamorado de El nos hace desearlo y Su voluntad en cada área de nuestras vidas. Deseamos fidelidad. Si no somos fieles, la preservación que leemos en las Escrituras no puede ocurrir. Atamos las manos de Dios con nuestra propia preservación si no estamos viviendo una vida fiel delante de Él. Él no está obligado a guardar o proteger a los que escogen no ser fieles. La fidelidad es una decisión. No somos autoicamente fieles porque somos salvos. Así como tampoco estamos instantáneamente en el amor genuino, debemos trabajar para tener el amor y, por lo tanto, la fidelidad animada y fuerte.

La fidelidad no es fidelidad se es selectiva. Debemos esforzarnos por ser fieles en todas las cosas. "Soy fiel en Cristo al no pecar y eso es todo lo que se requiere de m1. No soy un complacedor de hombres". Por supuesto, nunca debemos complacer al hombre en contradicción a la Palabra de Dios. No obstante, los que están sobre nosotros en el Señor, ya sea nuestro líder local de auxiliar, pastor, Supervisor de Estado o Coordinador General, también tienen la misma autoridad divina mediante la Palabra y la teocracia. Nosotros debemos ser fieles en todo lo que se nos pida hacer y hacerlo a lo mejor de nuestro potencial. Los miembros de la Iglesia especialmente deberán ser hallados fieles si es que queremos ser preservados y bendecidos de Dios.

"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejasteis lo que es lo más grave de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe. Eso era menester hacer, y no dejar lo otro. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, mas tragáis el camello!" (M t. 23:23, 24). La gente religiosa de ese entonces fue negligente en juicio, misericordia y fe, pero eran fieles en los diezmos. Todo deberá hacerse sin dejar de hacer lo demás. Sin duda alguna, nosotros debemos diezmar y ser fieles en este aspecto de nuestra caminata cristiana, pero no podemos descuidar el juicio, la misericordia y la fe. No podemos comprar a Dios con nuestras ofrendas. No obstante, si practicamos juicio piadoso en toda cosa grande y pequeña, gratuitamente damos misericordia a todos y tenemos fe inquebrantable en Dios, y no el brazo de la carne, podremos esperar los galardones abundantes y la perfecta preservación que el Señor promete a los fieles.

El ser fiel en toda cosa incluye: diezmos, ofrendas, asistencia a la iglesia, estudio de las Escrituras, ejercer la fe que Él nos ha dado para todas las cosas que Él perfectamente suministra y compartir el testimonio de Su gracia redentora con todos aquellos que conozcamos. Se pueden encontrar muchas excusas para no hacer estas cosas. Por ejemplo, algunos dicen que queda muy lejos la iglesia para manejar hasta allá o no me gusta ese pastor, o él o ella me dijo o hizo algo malo. Se quedan en casa o, si eso no fuera bastante malo para sus almas, se van al extremo de visitar otro grupo religioso. Ellos esperan recibir algo que necesitan afuera del Cuerpo al cual están vinculados por pacto. Esto no les resultará. Así como uno no puede encontrar amor, fidelidad o gozo en otra persona afuera del pacto matrimonial que ha tomado, uno tampoco puede encontrar satisfacción afuera del pacto que ha tomado con el Señor y la Iglesia. Ausentarte de los servicios de tu iglesia para asistir a otra, es infidelidad. ¿Por qué? ¡Porque la Iglesia es Su Cuerpo!

"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palaba de verdad" (2 Ti. 2:15). "Aprobado": hablar o pensar favorablemente de una persona; juzgar favorable. "A": Indica la dirección o el término hacia el que se encamina una persona o cosa. "Obrero": uno conocido por mantenerse ocupado para terminar una tarea especifica (Diccionario World). Algunos han dicho: "No tengo tiempo para estudiar". El no hacer tiempo para la Palabra diariamente es igual a matarse a sí mismo lentamente. Jamás dejaríamos pasar mucho tiempo intencionalmente sin comer porque esto le da al hombre físico el alimento necesario para obtener fuerza para ir, hacer y trabajar. ¿Entonces por qué queremos dejar pasar un día sin la comida espiritual? Esto llevará nuestra alma a una muerte lenta y dolorosa si no buscamos la comida espiritual requerida para la fortaleza de nuestras almas, para poder vivir esta vida todos los días. Alimentar al hombre espiritual nos ayuda a tener fuerza para ir y hacer el trabajo. Nos da lo que necesitamos para compartir a Cristo con los que conozcamos dentro de las paredes del edificio de la iglesia y los que estén fuera de las paredes.

¿Qué estamos haciendo para la obra? ¿Cómo estamos compartiendo a Cristo? ¿Somos pescadores de hombres o quizás sólo hablamos de ir a pescar mientras nos quedamos sentados en casa? ¿Acaso cavamos para conseguir la lombriz y echamos la carnada al anzuelo o sólo recordamos algún mensaje que otro ministro pudo cavar? ¿Lanzamos la soga o sólo nos quedamos parados a la ribera ansiosamente esperando que otros informen de la gran pesca? ¿Comenzamos a preparar la limpieza del pez para una comida perfecta o sólo refregamos nuestras manos mientras que esperamos que la comida no afecte mucho nuestro físico? Las almas de otros y su presentación ante el Señor como un vaso perfecto, primero comienza con nuestra fidelidad de ir al lago. Cuando tomamos el pacto de la Iglesia, nosotros acordamos ser fieles en toda cosa. Prometimos obedecer la Palabra, guardarla diariamente. Lo menos que se puede decir de nuestro testimonio es que disminuye, y en el peor de los casos se pierde, cuando no le somos fieles a nuestro pacto. Él sólo preservará a los fieles. La Escritura de texto también dice que Él pagará abundantemente al que obra con soberbia (orgullo). Una definición de soberbia es: satisfacción sobre algo considerado altamente honorable. Algunos sinónimos serían: conforme, satisfecho. Otra definición de soberbia es: audaz o intrépido.

Cuando examinamos el año pasado, ¿cómo se ve nuestra obra? ¿Estamos satisfechos o contentos con la labor que hemos hecho? ¿Podemos decir que fuimos audaces e intrépidos? No hay galardón para los descuidados o perezosos. Tenemos que hacer in intento este Nuevo Año de aspirar a llegar a la perfecta santa preservación y ser hacedores fieles y soberbios (orgullosos). Tenemos que ser bastante audaces para pararnos por la verdad, bastante intrépidos para hacerle frente al enemigo y bastante contentos para ser buenos soldados de la cruz. No podemos deshacer la labor del año pasado. Se terminó y no podemos volver. Podemos escoger relajamos y enfurruñarnos o revolcarnos en nuestra propia pena y fracasos del año pasado, o podemos escoger ser un gran hacedor de la Palabra este año. "Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante. Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos /os que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os revelara Dios" (Fil. 3:13-15). Este año, aprendamos de nuestros fracasos y extendámonos a lo que está delante de nosotros. Sintamos esta misma cosa de amar al Señor con todo nuestro corazón, mente y alma. Cuando lo hagamos, seremos hacedores con soberbia (orgullo) y tendremos galardones del Padre por haber hecho un buen trabajo.

James R. Cox, Cleveland, TN

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